Encuentro con su padre

Pocas muertes de líderes mundiales causan conmoción como fue la del Papa Francisco, una figura que representaba la máxima autoridad de la Iglesia Católica y que, desde su posición, rompió paradigmas con su visión revolucionaria que iba en contra de las ideas y reglas ortodoxas del catolicismo.

La mayoría de los gobiernos en el planeta oficializaron varios días de duelo en conmemoración del hecho y muchos presidentes o delegaciones gubernamentales tienen planeado visitar Ciudad del Vaticano para mostrar su respeto a quien en vida fue el primer Papa latinoamericano.

Desde el primer día hizo honor a su nombre papal, que fue en homenaje a San Francisco de Asís, un santo italiano del siglo XIII que fundó la Orden Franciscana y fue conocido por su humildad, austeridad y dedicación a los más necesitados. Pues esa consigna fue la bandera que llevó a Bergoglio a ser reconocido como un Papa que rechazó los lujos que ofrece la Santa Sede.

Como es costumbre, una autoridad de su envergadura siempre fue cuestionada y tildada hasta de ambivalente. Y es que el argentino jesuita parecía tener un discurso dual que no dejaba contento a muchos, pero siempre fue firme en su petición de poner fin a las guerras que ocurren en el mundo, súplica que mantuvo en su último discurso desde el balcón de la Basílica de San Pedro.

No sabemos si su último deseo será cumplido, pero vaya que fue importante el suceso que presidentes de países como Rusia y Ucrania hicieron una pequeña pausa en su conflicto para dedicarle unas palabras de reconocimiento. Lo que sí es seguro es que Francisco se reencuentra con su padre y deja libre el cargo vitalicio más importante del mundo, que desde ya genera una inmensa expectativa por quién será el próximo en ocuparlo.