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Trump llamó a Xi Jinping

Trump llamó a Xi Jinping

La llamada más esperada por los mercados mundiales ya ha ocurrido. Los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de China, Xi Jinping, conversaron por teléfono este jueves para tratar de suavizar las tensiones en la relación bilateral, dañada por las acusaciones mutuas de incumplimiento de sus acuerdos sobre aranceles y, en el caso chino, por la decisión de Washington de cancelar “agresivamente” visados a estudiantes chinos.

La llamada ha sido confirmada por la agencia estatal china, Xinhua, que precisa que la conversación se ha producido “a petición” de Trump. Es la primera vez que ambos conversan desde la investidura del republicano.

El presidente de EE UU se había quejado en redes sociales el miércoles de sus dificultades para comunicarse con su homólogo chino. En un mensaje publicado en la madrugada en Washington, Trump había escrito que Xi es “muy duro, y es extremadamente difícil llegar a un acuerdo con él”.

Desde su regreso al poder, el presidente y la Casa Blanca habían anunciado en varias ocasiones una inminente conversación con el líder chino, y en ninguno de los casos esa llamada había llegado a materializarse.

Acusaciones

Estados Unidos ha acusado a China de incumplir su compromiso, alcanzado en Ginebra el 12 de mayo, de suavizar los controles sobre la exportación de tierras raras, imprescindibles para la fabricación de todo tipo de productos, desde semiconductores hasta automóviles y aviones. Pekín controla la mayor parte del suministro mundial.

En la reunión que los dos países mantuvieron en Ginebra el mes pasado China dio su visto bueno a aprobar licencias para la venta de elementos de tierras raras a usuarios estadounidenses. Pero el proceso de aprobación puede tardar hasta 45 días, algo que ha impacientado a Estados Unidos.

Por su parte, el gigante asiático responsabiliza a Washington de haber impuesto restricciones indebidas a piezas de motores de avión y a la venta de software especializado para el diseño de semiconductores, en un intento de impedir que China pueda hacerse con los chips más avanzados. También le acusa de imponer límites a la producción de semiconductores por parte del gigante chino Huawei. Además, EE UU anunció la semana pasada que pondría en marcha de manera “agresiva” restricciones a los visados de los estudiantes chinos en su suelo.

Aranceles de 145% vs 125%

Los zarpazos arancelarios y las réplicas de China llevaron a una situación insólita en la que, golpe a golpe, ambos países fueron elevando el uno al otro los gravámenes hasta porcentajes estratosféricos. Washington llegó a decretar impuestos del 145% a las importaciones chinas, y Pekín respondió con tarifas del 125% a los productos americanos, cuantías que Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, llegó a comparar con un embargo de facto.

Los reproches mutuos amenazaban con hacer saltar por los aires la delicada entente a la que las dos principales potencias económicas del mundo habían llegado el mes pasado en Ginebra, cuando se reunieron las delegaciones de ambos países encabezadas, del lado de EE UU, por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y por el de Comercio, Howard Lutnick, y del lado de China, por el vice primer ministro He Lifeng.

Cuando comenzó aquel encuentro, los aranceles de Estados Unidos sobre los productos chinos llegaban al 145%, y los de Pekín sobre los productos de su rival alcanzaban el 125%. Tras las conversaciones, los gravámenes quedaron temporalmente en un 30% en el caso de los productos chinos y de un 10% para los productos estadounidenses.

China ha tratado de mantener en todo momento una posición dura de cara a una futura negociación. Por cada vez que Trump aseguraba que hablaría pronto con Xi (lo dijo por primera vez tras la primera ronda de aranceles en febrero), la República Popular ha respondido con silencio sobre esa futura conversación. La última vez que conversaron fue tres días antes de la investidura del estadounidense, y en Pekín no sentó bien que, unos días después, este aprobara una primera andanada de aranceles del 10% vinculados al tráfico de fentanilo.

La conversación ha tardado, en parte, por la distinta forma de ver la diplomacia en China, nunca a golpe de tuit y construida de abajo hacia arriba, y no al revés.

Pekín ha denunciado cada subida arancelaria estadounidense ante la Organización Mundial del Comercio y ha respondido con una retórica contundente, pero siempre mediante portavoces o comunicados oficiales. “La práctica de Estados Unidos de aumentar los aranceles a China es un error sobre otro, que infringe gravemente los derechos e intereses legítimos de China y daña gravemente el sistema multilateral de comercio basado en normas”, ha dicho el Gobierno chino en varias ocasiones.

China se ve en esta ocasión mejor preparada que en la primera guerra comercial desatada por el mismo inquilino de la Casa Blanca en su primer mandato. Además de responder con aranceles de forma especular, ha golpeado en puntos en los que sabe que puede hacer daño al país norteamericano, restringiendo la exportación de minerales críticos y tierras raras. Y ha sostenido en todo momento que, en ningún caso, se sentaría a negociar con Estados Unidos mientras siguieran en pie los aranceles, algo que consideraba un acto de coerción. “Si EE UU quiere negociar, nuestra puerta está abierta, pero el diálogo debe llevarse a cabo en pie de igualdad sobre la base del respeto mutuo. Si quiere pelear, China también luchará hasta el final”, ha sido otra de las frases recurrentes desde las portavocías de Pekín.

Un detalle explica hasta qué punto se ha mantenido firme China: en el fragor de la batalla comercial, Mao Ning, portavoz jefa de Exteriores, llegó a desempolvar y colgar en redes sociales un discurso de Mao Zedong de los tiempos de la guerra de Corea, en el que el dirigente dice que depende del presidente de EE UU poner fin a la contienda: “No importa cuánto dure esta guerra; nunca cederemos”.

Comunicame con Putin

Por otra parte, este miércoles se concretó una nueva conversación telefónica entre Donald Trump y Vladimir Putin sobre el conflicto de Ucrania, la que el presidente de Estados Unidos calificó de buena, aunque advirtió que “no conducirá a una paz inmediata”.

Además, Trump reveló que en la llamada de una hora y quince minutos, Putin le dijo “con mucha firmeza” que “tendrá que responder al reciente ataque contra los aeródromos”.

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