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Montevideo Sonoro: un viaje musical que no tiene techo

Montevideo Sonoro: un viaje musical que no tiene techo

Montevideo cumplió 300 años y, a lo largo de su historia, sus calles han sido testigo de milongueros y raperos, tangueros y candomberos, rockeros y cumbieros. La música, capaz de narrar memorias colectivas, sigue resonando en cada barrio. Pero ¿qué tanto conocemos sobre ese patrimonio sonoro que nos rodea?

Con esa inquietud, nació Montevideo Sonoro, una propuesta cultural que combina música, historia y urbanidad. Tras una pausa, el proyecto volvió con fuerza en 2024, ofreciendo recorridos por distintos barrios de la capital. “Las ciudades no solo están hechas de cemento, también de la memoria y los hábitos de sus pobladores, del legado de sus artistas”, explican sus responsables.

Una experiencia inmersiva

El equipo lo integran Daniel Machín -fundador junto al fallecido Gabriel Bentancour-, el periodista y músico Carlos Dopico, y el cantante y guitarrista Sebastián Casafúa, quien además aporta la tecnología de Domo Silent, los auriculares que transforman la caminata en un viaje sonoro.

La dinámica es sencilla: se retira un par de auriculares, y comienza el recorrido guiado por Dopico mientras Casafúa selecciona las canciones que acompañan cada tramo. En pocos minutos, el paisaje cotidiano se convierte en escenario. El punto de partida en Barrio Sur fue la Plaza Alfredo Zitarrosa. Desde allí, un centenar de personas recorrió calles, plazas y esquinas donde la música se entrelaza con relatos históricos y vivencias populares.

“Lo atractivo no soy yo hablando, lo atractivo es el barrio. La invitación es a perder la mirada en otros horizontes y dejar que la canción vaya tocando fibras emocionales”, asegura Dopico.

El regreso de un proyecto

Para el periodista, su llegada a Montevideo Sonoro fue un giro inesperado. “Cuando me convocaron, estaba transitando mi perfil más escénico, a la música y al teatro. No sabía el alcance que podía llegar a tener esta experiencia, porque de hecho no había antecedentes tan claros. Era una vez más arriesgar a sumergirte en un proyecto que no sabías hacia dónde iba. Pero era muy tentador volver al universo de la canción, a transitar las ciudades en un proyecto que era independiente y autogestivo. Y eso sí me seducía muchísimo”, recuerda.

Aquella apuesta, que comenzó reuniendo a un puñado de melómanos, pronto se transformó en una experiencia masiva. “Nunca vislumbramos esta concentración. Fue un proceso riguroso de investigación, de vínculo con artistas y vecinos, de reunir un material y condensarlo en un relato que no es solo musical, sino histórico y poblacional. Eso fue lo que generó esta convocatoria enorme”, señala.

Hoy, Montevideo Sonoro ya recorrió Ciudad Vieja, Barrio Sur, Parque Rodó, Malvín, Prado y Palermo. “La idea es seguir expandiendo el proyecto. Son 62 barrios en Montevideo, tenemos experiencia para rato y no le vemos techo”, asegura.

Un turismo de música, memoria y territorio

Uno de los aspectos más destacados es cómo la música ayuda a resignificar lugares. En cada recorrido, los participantes escuchan canciones ligadas a historias del barrio, a luchas sociales y a relatos de resistencia. “Hay gente que se emociona profundamente porque vuelve a pasar frente a la casa de su infancia o porque una canción les recuerda a sus padres migrantes. Esa devolución es maravillosa”, cuenta Dopico.

El proyecto incluso ha tenido cruces con otras áreas. “La Secretaría de Derechos Humanos nos convocó para hacer un recorrido vinculado al pasado reciente, en 18 de Julio. La idea era reconstruir la memoria desde la canción de resistencia, el canto popular, el rock o el folclore. Fue muy movilizador”, relata.

Más allá de la emoción, el proyecto invita a mirar la ciudad con otros ojos. “Descubrimos algo que no sabíamos: la gente empezó a hacer turismo interno. Ya no solo se suman porque son del barrio, sino porque quieren conocer Montevideo desde otra perspectiva. Y eso es muy interesante”, expresa.

Cada recorrida tiene cupos limitados y, en la mayoría de los casos, se agotan. “Preferimos mantener grupos manejables, en los que todavía se pueda generar cercanía. El contacto visual con la gente, ver cómo tararean, bailan o se conmueven, es algo que no queremos perder”.

Con recorridos los sábados en doble horario y un jueves al mes por la tarde, además de un sitio web (montevideosonoro.uy), videoteca y libro propio, el proyecto sigue creciendo.

Para quienes aún no lo vivieron, la invitación es caminar por Montevideo y escuchar cómo la música cuenta lo que las paredes no dicen. Porque, como resume Dopico, “no podés volver a escuchar esas canciones sin asociarlas a las calles recorridas, ni podés volver a caminar por esas calles sin vincularlas al repertorio. Eso es lo que hace única a esta experiencia”.

Foto: Marcela Martínez

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